Por Paula Ruiz Crespo
Husni Abdel Wahed nació en el campo de refugiados de Aqabat Jaber (Cisjordania, 1 de enero de 1960) a pocos kilómetros de Jericó, tierra ocupada por Israel tras la Nakba (éxodo forzado palestino por las Fuerzas Armadas Israelíes en 1948). El Embajador es Diplomado en Ciencias Sociales por la Academia de Gornabania (Bulgaria) y Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana (Cuba). Actualmente representa a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en el Reino de España como Embajador Jefe de la Misión Diplomática.
Treinta días después del ataque armado de Hamás a Israel el 7 de octubre, Husni Wahed nos recibe en su despacho principal, en una embajada ahora custodiada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en la céntrica Avenida Pío XII de Madrid. De una humildad y entereza singulares, Wahed nos acoge en un austero despacho decorado con insignias palestinas y los retratos de Yasir Arafat y Mahmud Abás en la pared que preside la estancia. Con un amable ofrecimiento de pequeños chocolates en un tarro de cristal, el Embajador nos invita a sentarnos donde queramos: “hagan como en sus casas”. Durante una hora, somos testigos de un discurso tintado por una sabiduría y experiencia inequívocas, ambas sumidas en una tristeza turbadora. La realidad de la que hablamos está lejos de este despacho, pero se lee en los ojos del diplomático. A más de 3000 km de Gaza, Husni Wahed encarna el dolor y el peso de alguien que estuviera en la Franja.
por Paula Ruiz Crespo
Parece haber cierta confusión en la opinión pública entre la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y Hamás. Este último no existió hasta 1987, 39 años después de la Nakba. ¿Qué querría usted aclarar al respecto?
La verdad es que una cosa es muy distinta a la otra. Para empezar, la OLP es la madre de todas las instituciones palestinas. Es el legítimo y único representante del pueblo palestino dentro y fuera del país. Por otro lado, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) es una estructura que nace tras la firma de los Acuerdos Internacionales de Oslo (1993), siendo una especie de autonomía limitada responsable de asuntos administrativos y civiles en la Franja de Gaza y Cisjordania. Estos acuerdos prometían la creación y reconocimiento de un Estado Palestino que debió haberse concretado en un plazo de 5 años tras su firma. Lamentablemente, esto nunca ocurrió. Y por último, Hamás es un movimiento político, uno de entre 20 o 25 movimientos que han surgido en las últimas décadas.
Hay que tener en cuenta que ningún movimiento político o militar palestino existió hasta años después de la ocupación de Palestina en 1948. Todos ellos, a través de diferentes estrategias o medios, reivindican la liberación de Palestina en respuesta a la ocupación por Israel. El primer movimiento que nació fue Al-Fatah en el año 1965. Hamás es uno de los movimientos tardíos y, de hecho, uno de los últimos en nacer. Se creó efectivamente en el año 1987, 20 años después de la guerra de los 6 días y 39 después de la Nakba. Por lo tanto, ni Al-Fatah, ni el Frente Popular, ni Hamás son causantes de lo que ocurre ahora en Palestina, sino una especie de instrumentos de respuesta a la ocupación israelí.
La solución de los dos Estados, que es la propuesta oficial de las Naciones Unidas ante este conflicto, ha estado muy cerca de ocurrir en dos ocasiones: en la Cumbre de Paz de Camp David (2000) y en el proceso de Annapolis (2007-2009). Craig Mokhiber, el Ex-Director de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Nueva York, ha declarado que esta solución es ya inviable, algo que él afirma es un secreto a voces dentro de la ONU. ¿Sigue usted pensando que es posible?
Quiero destacar que la solución de los dos Estados no es una idea palestina, ya que nuestro planteamiento original consistía en un estado democrático, laico para todos los ciudadanos, independientemente de su origen, credo, etcétera. Con el paso del tiempo, tras la ocupación de 1948, surgen una serie de propuestas por parte de distintos actores tanto regionales como internacionales. La solución de dos Estados fue propuesta por el Cuarteto (Estados Unidos, la Federación de Rusia, las Naciones Unidas y la Unión Europea), creado en 2002 con el fin de facilitar las negociaciones del proceso de paz en Oriente Medio. Podría haber sido una solución atractiva si realmente se hubiera traducido en hechos concretos, pero nunca fue así. Israel siempre rechazó la idea.
Recordemos también que en el año 2017 el señor Trump no solo echó por tierra la solución de los dos Estados, sino que consagró la anexión del territorio palestino por parte de Israel, primero con el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel (con el traslado de la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén) y luego con la ratificación de la anexión de algunas zonas de Cisjordania y Jerusalén Oriental. Por lo tanto, esta situación ha dependido esencialmente de la voluntad de la potencia de ocupación, que es Israel, y de su promotor y protector, que es Estados Unidos.
La alternativa a la solución de los dos Estados es lo que vivimos hoy: la ocupación. Lamentablemente, los Estados Unidos han reiterado una y otra vez a través de su política exterior que los asentamientos de Israel no son ilegales, contrariando el derecho internacional, las Convenciones de Ginebra, las resoluciones de la Asamblea General, las del Consejo de Seguridad, los Protocolos y los acuerdos internacionales. Esto es sumamente grave no solo para el pueblo palestino, sino para la escena política internacional en su conjunto: la doctrina que ha regulado las relaciones entre pueblos, estados y naciones en las últimas décadas está siendo reemplazada por la ley de la selva, la ley del más fuerte. En este momento, hay un solo estado (Israel) que ocupa la totalidad de la Palestina histórica y que implementa dos regímenes: un sistema de apartheid para el pueblo palestino y un sistema de democracia para los judíos.
Los Estados signatarios de las Convenciones de Ginebra se comprometen a respetar la normativa internacional en todas las circunstancias. La resolución 59/122 de la ONU de 2005 hizo un llamamiento a los Estados a “hacer cuanto estuviera a su alcance por asegurar que Israel, la Potencia ocupante, respetara sus disposiciones en el Territorio Palestino Ocupado y en los demás territorios árabes que ha ocupado desde 1967”. Todos los Estados signatarios de la Convención estarían ahora, por tanto, en violación directa de sus obligaciones en materia de derecho internacional, especialmente a través de su apoyo político, diplomático y estratégico a Israel. ¿Cree que el derecho internacional ha perdido, en este s. XXI, su razón de ser?
Es bueno recordar que el llamado derecho internacional no fue de autoría de los pueblos del tercer mundo, y menos de los palestinos. Hay un uso selectivo del derecho internacional a conveniencia de las grandes potencias europeas y norteamericanas. Lo que hoy llaman el sistema político mundial se traduce en realidad por hegemonía y dominio de estos actores, especialmente sobre el sur global. Estamos siendo testigos de un
doble estándar, de la incongruencia de los actores internacionales al tratar con criterios distintos casos similares. Aquí mismo, en Europa, en la Segunda Guerra Mundial, los partisanos y los movimientos de resistencia, ¿se enfrentaron a la Alemania Nazi con flores? Y aquí, en España, que celebran el día 2 de mayo su levantamiento contra la ocupación francesa, ¿también se enfrentaron a la potencia ocupante con flores? La verdad es que es para detenerse un instante a reflexionar, no solo para ser justos, sino coherentes. ¿El pueblo palestino no puede luchar por resistir en contra del ocupante y por la recuperación de sus derechos? Soy consciente de que vivimos en un mundo donde domina el eurocentrismo y el relato occidental, pero si quiere mantener cierta credibilidad, la comunidad internacional debería actuar de forma distinta. Los dirigentes occidentales han llegado a un nivel de soberbia que no les deja ver.
Usted comenta que el argumento moral occidental parece ser selectivo. ¿Cree que la doble moral que se está produciendo en medios occidentales respecto al conflicto va a desacreditar de forma permanente la autoridad de occidente?
Es inmoral, occidente nunca ha tenido autoridad moral. Tienen los medios para promover lo que ellos llaman moral, su moral, que es solo aplicable para ellos. Durante siglos de esclavitud, ¿quién fue esclavizador y quién fue esclavo?, ¿De qué moral me pueden hablar? Dos guerras mundiales con 100 millones de víctimas, ¿autoría de quién? Hasta el día de hoy seguimos oyendo hablar de la “África francesa”… ¡África es africana! ¿Cómo que África francesa? Sé que Europa en los últimos siglos ha sido el continente de donde ha emanado mucha luz y sus aportes a la civilización humana han de ser reconocidos. Eso sí, esta luz no debe cegarnos, sino iluminarnos, sobre todo a los propios europeos.
Rara vez en la Edad Moderna se ha documentado de forma tan contundente lo que el derecho internacional define como genocidio. ¿Cómo cree que juzgará la historia la inacción de occidente?
Bueno, no soy adivino. Pero, a juzgar por experiencias de la historia, pienso que muchas de las personalidades públicas que hoy otorgan licencia para matar al estado de Israel serán juzgadas por sus pueblos como partícipes de este genocidio. Sé que la historia la escriben los vencedores, pero también está la otra historia, la verídica. Y hoy, afortunadamente, hay medios alternativos que documentan esa otra historia. Me gustaría que estos líderes recapacitaran y fueran congruentes con lo que definen como sus propios principios. Nunca, efectivamente, y esto debido al momento histórico en el que nos encontramos, un genocidio se ha documentado y transmitido en vivo como el que está ocurriendo ahora en Gaza. Los líderes internacionales se resisten durante este primer mes de conflicto a exigir un alto el fuego, que no es pedir mucho. Serán juzgados por la historia como corresponde. Altos cargos del Gobierno israelí como Benjamin Netanyahu, Yoav Galant, Bezalel Smotrich o Amichay Eliyahu han sido muy claros públicamente con sus intenciones de cara al pueblo palestino y a la Franja de Gaza. Pido al público y a los lectores que esto se corrobore. Actores internacionales como el señor Biden o el señor Blinken (Secretario de Estado norteamericano) ratifican el derecho a defenderse de Israel, pero este derecho se está otorgando a la potencia ocupante y se está traduciendo en la destrucción absoluta de la Franja de Gaza.
“La religión es para Dios y la Patria es para todos”, dice un dicho árabe que usted ha citado en el pasado. ¿Cuáles son las consecuencias de entender lo que está pasando en Gaza como un conflicto puramente religioso?
Esa cita es una consigna palestina por excelencia. Es muy peligroso entender lo que está pasando como un conflicto religioso, o como una confrontación entre oriente y occidente, y hay que evitarlo a cualquier costo. Lamentablemente, hoy hay políticos irresponsables que no están a la altura de los cargos que ocupan y que están promoviendo la confrontación religiosa. Lindsey Graham, presidente de la Comisión de Justicia del Senado estadounidense, ha afirmado más de una vez que este conflicto es religioso y que esta guerra no tiene plazo: durará hasta que Israel lo determine. Blinken afirmó que como judío ofrece su apoyo a Israel. Es peligroso mezclar religión y política, no beneficia a nadie. Todos debemos ser conscientes de ello y deberíamos rechazar este planteamiento. Soy admirador de la experiencia europea, que ha separado la Iglesia del Estado, algo que considero como un momento sumamente importante en la historia de la Humanidad. Plantear este conflicto como religioso nos devuelve siglos atrás. En los últimos años se ha advertido mucho sobre el peligro del fundamentalismo islámico, y en eso estoy de acuerdo. Pero quiero recordar que todo fundamentalismo es malo, sin resaltar unos ante otros. Por último, asociar el antisemitismo con el antisionismo también es peligroso, y es una gran equivocación.
¿Hay algo de vital importancia de la causa palestina que a usted le parezca que los medios y la opinión pública están pasando por alto?
Sí, su esencia. La causa palestina rechaza la ocupación por una potencia extranjera de un territorio y de un pueblo. Recomiendo un libro de Ilan Pappe, “Genocidio Progresivo en Palestina y el BDS”. Este genocidio progresivo a manos de Israel ocurre desde 1948 con la complicidad de la comunidad internacional. Lo que omiten en occidente es la esencia de esta causa y la califican de “conflicto histórico”, “religioso”, o “complejo”. Este conflicto no es ni histórico, ni religioso, ni complejo. Se trata simplemente de un proyecto occidental que fue injertado en Palestina con un objetivo: mantener el dominio y la dependencia de nuestros pueblos y de nuestra región y apoderarse de las riquezas que estos ofrencen. Ahora también es un proyecto de inversión: hay miles de millones de dólares invertidos en la industria israelí.
Me gustaría pedir a los lectores que no perdamos nuestra humanidad. El dolor de un ser humano es el dolor de toda la humanidad. Esta es la esencia de la causa palestina.